Por Medardo Arias-Satizabal
La música de las Antillas ha tenido desde siempre un poder transformador de la cultura en muchos lugares de la América mestiza. Así en el Perú, Colombia, Ecuador, su energía se ha hecho sentir a través de un efecto revolucionario, de claros acentos en usos y costumbres de distintos pueblos.
Una de las demostraciones más fehacientes del poder transformador del ritmo Caribe, se dio en la ciudad de Cali, Colombia, a fines de los 60. Hasta ahí arribó la orquesta de Ricardo ¨Richie¨ Ray, para animar las ferias del 68, en un lugar conocido como Caseta Panamericana.
Caseta, en el argot festivo de Colombia, alude a un sitio improvisado para bailes, en fiestas patronales y festivales, hecho de madera, guadua, techo de zinc, aserrín en las afueras, y muchas luces. El lugar es deconstruído cuando pasa el jolgorio. La llegada de Ricardo con su orquesta a este lugar, partió en dos la historia de Cali; para una ciudad que se caracterizaba más por tendencias musicales andinas, con orquestas venidas de las montañas del país, tales como Los Graduados, Los Diplomáticos, grupos que interpretaban una suerte de cumbia moderna, con guitarras eléctricas, batería y saxofón, el reconociiento del ritmo Caribe, enforma de Boogaloo y Jala Jala, traído por Ricardo, lanzó la cultura de esta ciudad a una transformación honda, un carácter que permanece hasta hoy. Cali se hace llamar ¨Capital Mundial de la Salsa¨. El efecto transformador de los ritmos de Richie, fue narrado en forma de novela por el escritor caleño Andrès Caicedo Estela, en su novela ¨Que viva la música¨, y el perfil cultural de la ciudad, de cara a la Salsa, en una hermandad con los pueblos de la cercana costa del Pacífico, fue plasmado en el libro ¨The city of the musical memory" (La ciudad de la memoria musical), escrito por la historiadora y etnomusicóloga canadiense Lise Waxer. Este libro es considerado como el compendio más serio, extenso y exhaustivo sobre la Salsa en Cali. Editado en los Estados Unidos por la Univesidad de Weslayan, recibió en 2003 el Premio ASCAP, de la Sociedad de Autores y Compositores de los Estados Unidos, en ceremonia realizada en el Lincoln Center de Nueva York. Este premio es considerado el ¨Grammy¨de escritores y editores en los Estados Unidos.
Caicedo documentó la transformación cultural de la ciudad desde el punto de vista literario, y Waxer, desde la investigacion antropológica y musical.
Richie Ray dividió los ánimos, los afectos musicales en este lugar de la provincia del Valle del río Cauca, hasta provocar una confrontación social e intelectual entre sus habitantes, delante de la música como vehículo determinante de la identidad cultural. Para una ciudad mayoritariamente mestiza, los festejos decembrinos se conviertieron de pronto en la necesidad de un arraigo definitivo en los ritmos Caribes, con un evidente adiós a otros aires musicales provenientes del interior del país. Esta onda, no obstante, se detuvo en los 80, con una fuerte irrupción del Vallenato, el ritmo propio de la Costa norte colombiana, el cual permanece hasta hoy en bailaderos y emisoras especializadas. Tierra caliente, distante dos horas del océano Pacífico, Cali se convirtió rápidamente en centro de la actividad musical antillana, a la par de Nueva York, Puerto Rico, Venezuela y República Dominicana. En ella, los músicos reconocen un lugar propicio para las fiesta, se sienten como en casa propia, y regresan cada año con motivo de la Feria, la cual se realiza entre el 25 y el 30 de diciembre; proliferan ahí las casetas, los desfiles de comparsas y disfraces, las verbenas y también, de herencia española, las corridas de toros. Ahí han celebrado Navidad y año nuevo, la Ponceña, el Gran Combo de Puerto Rico, la Típica Novel, la Yambú, la orquesta de Héctor Lavoe, Willie Colón, los Hermanos Rosario, Oscar de León, los Hermanos Lebrón, Larry Harlow, Roberto Roena y su Apollo Sound, Ismael Miranda, los Rodríguez, Tito Nieves, Gilberto Santa Rosa, y por supuesto, la Fania All Stars, en por lo menos tres ocasiones.
Cuando Ricardo Ray descargó en la caseta Panamericana, dio inicio al mito. Desde las notas delirantes de su Jala Jala, ritmo nacido en los subterráneos del Bronx, en las barriadas de Brooklyn, en el ¨feeling¨ de los chicos de El Barrio, en el Harlem Hispano, los mismos que saludaban el verano con zapatos rojos y maones de tirantes, el Jala Jala, como el Ula Ula fue el presagio experimental de una artista que no se detendría, actuando siempre con curiosidad, en el perfeccionamiento de sonidos nuevos.
Paralelo a este éxito, la Alegre Record promovió en Nueva Yor la creación de una banda aglutinadora de los mejores intérpretes. Sobre este suceso, el cual caló rapidamente en el ambiente latino, Bob Rangel, cronista de Swing Latino, comentó: "Este tipo de experimento ya se había realizado en Cuba, antes de la revolución. Alegre Records logró hacer grabaciones en las cuales pudimos escuchar las descargas de los mejores músicos de la época. Lo de Cuba fue importante, pues permitió escuchar a Julio Gutiérrez y su Jam Session, a Israel López Cachao..."
El término Salsa fue acogido para denominar la fusión de todos los ritmos latinos, con los de más recientes creación, a inicios de los 70: el Jala Jala y el Boogaloo, estos últimos patentados también por Ray. Acerca del origen de la expresión, se asegura que fue el Septeto Nacional de Cuba, con su melodía ¨Echale Salsita¨, el que dio el primer paso. Otros prefieren creer que fue el album ¨Llegó la Salsa¨, del venezolano Federico y su Combo, el que prendió la mecha de esa nueva expresión. Así pues, los locutores de las emisoras hispanas de Nueva York empezaron a hablar de Salsa, y luego todo fue Salsa, genéricamente, una gran carpa donde cabía también el merengue, la plena, el mambo, la rumba, todo.
Hasta la aparición del Boogaloo, todos los ritmos antillanos tenían denominación precisa. Richie y Bobby, como protagonistas del último movimiento musical que dio paso a la ¨Salsa¨, fueron reconocidos, finalmente, por su lucha permanente para dar a conocer nuevas variantes al Son, la plena, la bomba y el guaguancó. A pocos gustaba, en verdad, el nuevo sonido, y provocaba extrañeza en otros músicos que seguían la línea tradicional en Nueva York. Por ello, Ray y Cruz grabaron ¨Que se rían¨, en la que expresaron su decisión de continuar ¨hasta la cima¨, en medio de las críticas y burlas de las que eran objeto.
El Boogaloo terminó por convencer a muchos de sus contemporáneos y hubo un momento en que, quien no tocara Boogaloo, estaba fuera de nota. Pete Rodríguez reclamó triunfos con su ¨Oh that's nice¨, ¨Micaela se botó¨, y ¨I like it like that¨.
La casa Tico Record sentó las bases para la creación de una gran agrupación de músicos hispanos en Nueva York, y pudo tener, en la misma tarima, al saxo tenor, Alfred Abreu; Pedro Boulong, en la trompeta; José Calderón, el popular Joe Cuba y Ray Barreto, en las las congas, y con ellos los trompetas Alfredo ¨Chocolate¨ Armenteros, Candido Camero y Vicent Frisaura; Robert Porcelli al saxo, Tito Puente con los timbales y el vibráfono, Bobby Rodriguez e Israel Lopez Cachao, al bajo, Ray Maldonado en el piano; Jhonny Pacheco, flauta, José Rodríguez al trombón, Jimmy Sabater, encargado de los timbales; Francisco Pozo, cencerro, y Johnny Rodriguez, bongó. Todos ellos, junto a los cantantes Santos Colón, Rafael ¨Chivirico¨ Dávila, José Cheo Feliciano y Monguito, grabaron en vivo un concierto de siete horas.
La descarga empezó a las ocho de la noche y culminó a las tres de la madrugada en medio de cerrada ovación. Este acto, fue el preámbulo para la creación de la Fania All Stars, por convocatoria expresa de Jerry Mazzucci, un judío estadounidense metido desde muy joven en los barrios calientes de Nueva York. Logró reunir a los más destacados, bajo el nombre de su madre, Fania.
En esa luna llena del movimiento musical afrolatino, brillaron todas las estrellas; Celia Cruz, el cuatrista puertorriqueño Yomo Toro, Pete El Conde Rodríguez, Jorge Santana, Ricardo Ray y Bobby Cruz, Ismael Quintana, Ray Barreto, Willie Colon, Héctor Lavoe, Santos Colón, Ismael Miranda, Roberto Roena, Johnny Pacheco, Luigi Texidor, Oreste Vilato, Barry Rodgers, Roberto Rodríguez, Cheo Feliciano, Reinaldo Jorge, Adalberto Santiago, Rubén Blades. Muchos de ellos hacían parte de la última hornada musical de comienzos de los 70 en Nueva York.
La Fania protagonizó grandes conciertos; llevó la Salsa a Europa y Africa y fue inspiración para dos filmes de Leon Gast, "Our Latin Thing" (1972), y "Salsa" (1976).
Celia, hija de la Sonora Matancera y de los pregones con Pacheco y el Conde, imprimiría a este grupo el carisma de su presencia escénica, el poder de su voz caribeña, la pasión de un coro que repetía ¨Bemba Colorá¨; Yomo, considerado el más notable cuatrista de la Salsa; Pete El Conde, dotado con una voz profunda, poética, en ¨Convergencia, ¨Tres de café y dos de azúcar¨, Primoroso cantar¨, ¨La esencia del guaguancó¨; Santana, de la mejor estirpe del Rock, con un solo inolvidable en la melodía ¨El Ratón¨, interpretada por Cheo Feliciano; Willie Colón-Lavoe, un dúo que duraría hasta que el primero se cansó de esperar la llegada del cantante; Rubén Blades, de presencia humilde inicialmente en la Fania, se convirtió en un gran compositor y poeta de la Salsa, actor de cine, abogado de Harvard, y líder del grupo Seis del Solar. Al lado de Colón, produjo álbumes como ¨Siembra¨ y ¨Plantación adentro¨.
Colón-Lavoe lograron conformar una llave inextinguible, al menos en la memoria de los amantes de la Salsa, circunstancia que fue bien aprovechada por León Ichaso, el director de la película ¨El Cantante¨. Las carátulas de sus discos son hoy material de coleccionistas, pues son consideradas, en sus diseños, como obras maestras del pop. Una de esas selecciones fue titulada ¨El Malo¨. Aparecìa ahí Colón, fichado como un bandido de los bajos fondos, con prontuario al cuello. Lavoe venía de Ponce, caracterizado por una voz delgada, casi un lamento. Tras sus gafas oscuras, ojos quietos, manos ligeras de gestos y pies en baile contínuo, Lavoe confirmó su talla con ¨La Murga Panameña¨, un himno que sacó a los panameños a celebrar en la Plaza Cinco de Mayo y en el Parque de Santa Ana. El trombón de Colón, poderoso, retumbante como el pito de un vapor en la bahía, anunciaba estos versos: ¨los muchachos se alborotan cuando la ven caminar/ vamos a bailar la murga/ la murga de Panamá/ esto es una cosa fácil/ y muy buena pa' bailar".
Los cuatro pitos del trombón rematabanla última estrofa. Esos primeros años de los 70 fueron sorprendidos también por la interpretación que Lavoe hiciera de la Balada Son, ¨Ausencia¨, y de un ritmo que agitó caderas hasta en Palma de Mallorca: Cheche Colé. Lavoe cantó ¨Mi Gente¨, con Fania, como una afirmación de la cultura latina. Dijo que su gente era lo más grande del mundo, que ellos le hacían sentir un orgullo profundo, en el concierto del coliseo ¨Roberto Clemente¨ de San Juan. Ese canto, de perfiles nativos, recobró para la comunidad suramericana residente en Estados Unidos, un sentido de unidad y de concordia, muy necesario entonces entre esta minoría.
¨Mi gente¨ fue la invitación al canto, al disfrute de la música, de la alegría, en un país donde ya los caribeños hacían causa común con los ritmos ancestrales. La Fania abría muchas puertas emocionales; Santitos Colón, bolerista mayaguezano, dueño de una atmósfera íntima al cantar; Ray Barreto, pionero del Latin Jazz, intérprete de ¨Guasasa¨, ¨Vive y vacila¨, ¨Tin Tin Deo¨, ¨Invitación al Son¨, ¨Hipocresía y Falsedad¨, ¨Quítate la Máscara¨, ¨Togheter¨; Ismael Miranda, joven cantante de la Orquesta Harlow, reinó en los veranos neoyorquinos, con su canto de rimas improvisadas, en tarimas populares, frente a los templos bautistas. Larry Harlow, judío neoyorquino, es conocido en el mundo de la Salsa como "El judío maravilloso". Conoció La Habana en sus años de adolescencia y desde entones quedó prendado del Son y del Montuno. Esos tórridos veranos de fiesta en la calle, con cerveza enlatada y arroz con pollo, fueron copiados por Leon Gast para su película ¨Our Latin Thing¨, donde Miranda interpretó ¨Cuando llegaré al bohío¨ y ¨Abran paso¨.
Tomado de Klavelatina.com